-. “…y a dónde vas ahora? – te pregunto. Por qué diablos me
molesto en hacerte esa pregunta?, si sé que no responderás.
Te sientas al costado de la cama, sin mirarme, dándome la
espalda. Te arreglas el sostén.
Me inclino, para ayudarte a cerrar tu sostén, pero me
golpeas las manos, y haces tú clásico sonido entre “gruñido y queja” –
Aaaarrrg! Saca las manos! – me dices. Puedo sola – concluyes.
Me río…y miro en tu espalda, que el sostén te quedó chueco y
mal abotonado, pero no te digo nada, aprendí a reírme de tu terquedad.
Ya poh…a dónde vas? – insisto.
Sin mirarme, dándome aún la espalda, sentada al borde de la
cama, buscas en tu bolso tus cigarros. Prendes uno...respiras el humo, y lo
botas con un suspiro coqueto…como un pequeño orgasmo. Volteas tu rostro y me
miras, mientras vuelves a fumar, pero sigues en silencio.
Me hago a un lado, me acerco al velador, busco el mini
componente y pongo música.
Suena nostálgica…Celeste Carvallo…Blues sexy…llena la pieza,
de ese sonido embriagador.
Tomas mi mano, sin mirarme y sin dejar de fumar, sin emitir
palabra alguna. Comienzas a acariciar mi pierna…y luego mi pene…comienzas a
amasar mi miembro, de arriba abajo.
Esto, es todo mío – me dices. Me miras coqueta, sueltas el
humo de tu boca y ríes.
Si…es tuyo…lo sabes. Tomo tu mano y la acerco a mi pecho. Y
esto, también es tuyo – concluyo.
Sacas la mano de mi pecho, y tu sonrisa se esfuma.
No puede ser, lo sabes. No podemos amarnos, no podemos
extrañarnos, soñarnos, sentirnos…solo podemos desearnos. El sexo es lo único,
que está permitido – me dices.
A donde tienes que ir? – vuelvo a insistir.
Tengo que ir con mi marido, iremos a un restaurant. Hoy
estamos de aniversario – me dices.
Am… - replico. De aniversario? Cuantos años ya? - pregunto
3 años ya…de esta farsa. Ya me deberían haber dado un Oscar,
para mejor actriz. Pero la academia se niega si quiera, a nominarme – concluyes
con una carcajada.
Sacas de tu bolso, una
botella pequeña de cerveza. Me la muestras y sonriendo me dices: Mira lo que me
encontré…y es artesanal, cerveza de malta, pura y aún un poco helada.
Te sonrío – Bueno, pero quiero solo un sorbo – te digo.
Te bebes toda la botella, fumando un cigarro tras otro, y
cantando desafinada a Celeste Carvallo
Sacas del bolso, otra cerveza más.
Oye oye oye…no, para ya! Debes llegar sobria donde tu
marido, no querrás hacer una escena, cierto? – Y atajo la botella de cerveza y
te miro serio.
Suelta la botella! No te metas! – me respondes agresiva y me
la arrebatas.
Me paro y me voy al baño, entro en la ducha. Con mucha
rabia, he tolerado tu terquedad muchos años, pero a veces me molesta mucho. Doy
el agua y comienzo a ducharme.
Le subes todo, el puto volumen a la música y cantas:
“…hoy te canto mi
blues, cansada de llorar,
cansada de gritar por
ti, y es por eso que te pido ahora, antes de partir,
que escuches mi último
blues…”
Termino de ducharme, yo también tengo cosas que hacer, y cosas
que resolver en mi cabeza. No tengo el tiempo, de lidiar con tu mal genio, he
tenido suficiente.
Me visto rápido, y salgo a la pieza del motel. Estás sobre
la cama, con la mirada pegada en el techo. Haz puesto la misma canción unas
cinco veces. Sigues fumando…y en el piso hay ya cuatro botellas individuales de
cerveza, obviamente están vacías, te las bebiste todas.
Te sientas al verme, estás ebria…tienes el rímel escurrido
por tus mejillas. Evidentemente lloraste, y tienes un cigarro, que se consume
entre tus dedos.
Me acerco a ti…beso tu deliciosa boca, con sabor a cigarro y
a cerveza. Me tomas de una mano y me pides que te rapte…otra vez. Como hace un
año atrás, cuando tenías que ir al bautizo, de un sobrino de tu marido, que se
realizaría en Lonquen…a la cresta de lejos. Y te “rapté” ,por todo el fin de
semana. No recuerdo, cual fue la excusa que inventaste.
Me agacho y subo tu pantalón, lo abotono y subo el cierre,
te acomodo bien el sostén, tomo tu polera y te la pongo, te arreglo un poco el
pelo; estás ebria, así que te pones más dulce y dejas tu terquedad de lado, no
dices nada, en silencio dejas que te arregle; en el fondo te conozco tan bien…y
sé que usas esa imagen fría y déspota, porque eres frágil y dulce, te muestras
terca e indolente, cuando en el fondo eres una gatita, que solo busca amor…
…y un pene grande, que te penetre hasta el fondo.
Limpio un poco, el rímel de tus mejillas, hincado frente a
ti, acaricio tu rostro y te sonrío.
Te ves horrible! – te digo.
Ríes cómplice.
No tengo remedio amor mío, soy un caso perdido – me dices.
Bueno, al menos ponte algo de perfume, no querrás defraudar
a tu marido – te aconsejo.
Ayudo a ponerte de pie, te pongo tu chaqueta y nos vamos de
este motel, dejando atrás la habitación número 69…que según tú era la mejor,
porque tiene el número mágico.
Soy un desastre – repites una y otra vez, tienes el rímel
escurriendo por tu cara otra vez, esa cara de loca y amargada, esa cara de loca
y depresiva, que me vuelve loco de deseo; mientras sigues botando humo de cigarro por tu
boca, tu bella boca, esa boca que me vuelve loco de deseo.
No, no eres un desastre. Solo cometiste malas decisiones,
quien no las ha cometido? Eh? – te digo.
Caminamos por el centro, paseo Ahumada, ya casi anochece. A
ti y a mí, siempre nos gustó la noche, sus luces de mentira, en los autos,
edificios y afiches publicitarios…toda la noche iluminada.
Luces no bélicas! – me dices sonriendo. Estábamos pensando
en lo mismo.
Así que caminando de la mano, por paseo Ahumada,
anocheciendo canto el coro contigo:
“Son luces no bélicas y…
Pretenden saber dónde ir…
Dentro de ti…”
Tú, espontanea como siempre, te volteas y me agarras el
paquete de nuevo, en medio de la calle, poco te importa el resto. Me pasas la
lengua por la cara, te acercas a mi oído y me dices: Esto, es todo mío – mientras me aprietas el
paquete.
Tomo tu mano y la acerco a mi pecho. Y esto también es tuyo
– concluyo.
Caminamos hasta Alameda, cerca del metro Santa Lucia. Hago
parar a un taxi, y te paso treinta mil pesos en efectivo, para que pagues la
carrera.
¿Me estay pagando a mí? Me siento una vil puta, más encima
borracha, hedionda a cigarro – Me dices - y sueltas tu carcajada espontánea,
que me contagia a mí también.
Es para el taxi, idiota! – Te replico riendo.
Agarras el dinero, y te subes al taxi.
Te acomodas con dificultad,
cierras la puerta, bajas la ventana y botas el cigarro aún humeante de tu boca.
El taxi empieza su marcha y me gritas por la ventana:
¡Mijito ricooooo!
– Sonrío mientras la gente que nos rodea, mira la divertida escena. Te tiro un
beso con mi mano y veo, como el taxi te aleja de mí…mientras me levantas el
dedo de en medio, de tu mano.
Nunca más…
volví a verte.
Nunca más volví a llamarte…
…nunca más me
llamaste tú
Nunca más volvimos a
saber, el uno del otro…
Pasaron los meses…
…Pasaron los años.
No sé cuáles fueron tus razones para no llamarme. Las mías,
las tengo claras. Contigo todo era inesperado, era entretenido si…pero a la
larga se volvió agotador. Tu carácter tan pasional junto al mío, que también es
muy explosivo, hizo estragos a la larga. Tú muy terca y déspota y yo, con un
ego muy grande, no estaba dispuesto a andarte buscando, ni suplicando nada,
mucho menos volver a estar juntos.
Me case, tengo una bella hija, hice lo que todas las
personas hacen. Tengo una vida tranquila, ya estoy viejo, no estoy para
aventuras locas. Mi vida me da tranquilidad, mi esposa es buena y mi hija es mi
vida.
A veces, pienso en ti. Bueno, bastante seguido ¿a quién
engaño?, fuimos amantes muchos años. En la ducha, siempre pienso en ti, el sexo
contigo era fabuloso.
Que será de ti…?
¿…que será de la
chica del lunar en su cara y que siempre fumaba, después de hacer el amor…?
Me preguntaba si seguirás casada, si seguirás tan bipolar
como siempre, tendrás aún esa pasión gigante, que desbordaba sexo, en cada
rincón de esta ciudad?
Pensarás tú en mí? –
Esa es la pregunta, que más me inquietaba.
Noche de Sábado y acorde, con 2 ex-compañeros de la media,
juntarnos en un Bar a conversar de la vida. Siempre es genial, ver a mis dos
mejores amigos de la vida, sobre todo a mis 40 años.
21:35 pm, más
menos…lindo Bar. Tranquilo, miro y busco a mis compañeros, observo todo
a mi alrededor, no faltan los cuarentones que aún se creen jóvenes, coqueteando
a mujeres, que están solas en sus mesas.
Intentando “ligar” como en sus años mozos. Se ven patéticos, les cuelga la
panza y ocultan su anillo de bodas en sus bolsillos del pantalón, lucen mal,
ebrios…calvos…se ven tristes…insisto…PATÉTICOS.
Mis amigos y yo, nos sentamos a conversar de mil cosas,
entre copas y risas.
Pasa el rato y me paro al baño, sigo mirando a mi alrededor.
Camino un poco desorientado, culpa de las copas de vino, que me he bebido, y
muy cerca de la barra, en una mesa, veo a cuatro mujeres, muy guapas todas,
fumando y bebiendo. No están solas, a simple vista, cada una está acompañada,
por su pareja.
Me congelo…!!!
Miro fijamente a una
de ellas…que llama mi atención
No, no me equivoco, es imposible equivocarse. Ese lunar
característico, esa carcajada…y esa compulsiva manera de fumar…
…ERES TÚ…
La chica del lunar en
la cara y que siempre fumaba, después de hacer el amor
De todos los bares, tenías que elegir justo este…
Te miro unos segundos en silencio, me salta el corazón,
estás preciosa…como siempre tan atractiva y libre. Tu cara y tu mirada perdida,
de loca…me encanta!
Sigo mirándote, te analizo, te miro sonreír y conversar con
tus amigas. Sonrío, agacho la cabeza y voy al baño. Acercarme a ti? NUNCA…!
Tengo mil motivos, no quiero molestarte, estas acompañada, yo estoy casado, han
pasado siglos sin vernos, y quizás nunca te importe…etc…
De regreso en mi mesa, aún un poco en shock…la noche avanza,
pero no te puedo sacar de mi cabeza.
Miro mi reloj, son las 22:45 pm es tarde ya…para un
cuarentón casado, un último trago y me retiro. Me voy a la barra, voy a pedir
un whisky. Obviamente, miro hacia la mesa, donde estabas tú. Ya no estás…ni tu
pareja tampoco. Será ese tu marido? - Me pregunto.
Solo están tus tres amigas, con sus parejas. Agacho la
cabeza, y pienso mirando a la nada…si tú me habrás visto? – No, no lo creo.
El barman me entrega mi whisky, y siento una respiración con
olor a cigarro detrás de mí…un suspiro con olor a cerveza, respirando en mi
nuca…y una mano que agarra mi paquete, sin importar que alguien vea…
Una voz, se me acerca al oído y me dice:
Esto, es todo mío.
Volteo despacio, para
verte justo frente a mí, con tu cigarro en la mano, sonriéndome cómplice. Tú…
Tomo tu mano y la acerco a mi pecho. Y esto, todavía es tuyo
– concluyo.
............................................................................................fin?
Escrito por: el gato nocturno